martes, 27 de mayo de 2014

Final Fantasy XII, sentimientos encontrados

Hacía tiempo que no tardaba tanto en pasarme un juego y a pesar de todos los contras que pueda tener esta entrega el extenso tiempo que uno debe de consumir para superarlo es sin duda uno de los alicientes del mismo. Si bien es verdad que no soy una fanática de la saga (solo he jugado el FFXIII y el FFCC: Ring of Fates) esperaba algo mucho peor.


En este juego nos encontramos con una historia que en un principio puede parecer interesante, en medio de una guerra entre dos grandes territorios y con un reino al que devolverle la libertad. Vemos naves voladoras, moguris por todos lados y criaturas extrañas mezcladas con los humanos. Albergamos la esperanza de tener el honor de controlar de una vez las cosas... hasta que conocemos a Vaan, el "protagonista", y al resto del elenco. Digamos que no son los mejores personajes con los que me he encontrado hasta la fecha, pero de eso se hablará más tarde.

Me hallo en una especie de lucha interna con el argumento, y siento que le podrían haber sacado más partido. Es como una buena idea que queda muy bien en la mente del que la atesora pero que, al no ser expresada de la forma correcta, se queda en el más fútil de los logros. Obtenemos como resultado una historia que no espanta pero tampoco despierta ningún tipo de interés en el que la vive. De hecho, y sé que esto puede sonar a herejía videojugabilística, son más interesantes las misiones secundarias que la principal, y esto es ya mucho decir.


No será la primera ni la última vez que leerán esto, pero lo peor sin duda del juego son los personajes en sí. No es que sean estereotipados, no es que sean molestos, no es ni siquiera que traten de ser más graciosos de lo normal. Es que son los principales responsables de que la historia le resulte tan sosa al jugador.

Empecemos bien, por el principio: los dos co-protagonistas (en la teoría), Vaan y Penelo, no hacen nada útil durante el juego. No, no exagero, y para muestra os diré que si quitásemos a esos dos personajes de toda la trama la historia podría continuar sin que se note siquiera su ausencia. Esto, señores, es triste. En un RPG el protagonista, ya tenga personalidad o no la tenga, debería aportar su granito de arena.

"Ah, que teníamos que hacer cosas... Eso se avisa antes."
En segundo lugar tenemos a Ashe, la princesa del reino de Dalmasca (el cual queremos proteger). Intentan que parezca que se debate entre los deseos de venganza y lo que es correcto, pero lo que se logra realmente es un personaje dubitativo que pone a uno de los nervios tanto por su comportamiento indeciso como por el hecho de que todos sabemos ya cual va a ser su decisión. Es una pena que en el caso de este personaje empezasen bien y hayan terminado de esta forma, pero bueno. Además, su parecido con cierta protagonista del FFX es un poco sospechoso.

Esta es la imagen más frecuente de su persona.
Bash pone cara de no pintar nada, como si lo que acontece en la historia no tenga que ver con su él, y dice dos frases contadas. En el final del juego, momento en el que más habla y que en teoría debiera resultar emotivo (rollos fraternales), manifiesta el mismo sentimiento que pondríais vosotros ante un rollo de papel higiénico. La gente se muere a su alrededor, pero eso no importa. La cara de poker no hay quien se la quite.


Por último pero no por ello menos importante, tenemos a los dos únicos personajes a los que tomas como tal y no como meros floreros, seres que realmente producen algún que otro cambio en el curso de los acontecimientos de forma evidente: Balthier y Fran.


Muchos de los que han jugado otros FF me han comentado que la jugabilidad no es de su agrado, más que nada porque consideran que la modalidad de control de los personajes (gambits) son algo liosas de manejar y un tanto injustas en el sentido de que tienes que ir adquiriéndolas con el tiempo (y a lo mejor la consigues cuando te hubiera venido bien en batallas anteriores). Para mí, que no he probado muchos otros juegos de la saga, es posiblemente uno de sus puntos fuertes. Como RPG que es, obliga a uno a controlar la situación con los recursos de los que se dispone y no más, puedes usar objetos, magia, y ciertos movimientos especiales, además de invocaciones, y tienes que ir adaptándote a cada enemigo según sus características. No le veo el punto negativo, para ser franca.


A pesar de no tener las tecnologías actuales hay que reconocer que los gráficos están muy bien desarrollados y es un placer para la vista. Y eso sin contar con el diseño de muchos de los enemigos, algunos de los cuales me dejaron con una buena impresión, y las misiones opcionales, que son las que hacen que uno realmente quiera seguir jugando al FFXII por resultar en diversas ocasiones un verdadero reto.

En resumidas cuentas, juego decente e historia insulsa con personajes poco memorables. Recomiendo que lo prueben, pero si tienen en cuenta estas indicaciones no se llevarán chascos innecesarios. Gracias y hasta la próxima.

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