Ponyo en el acantilado

Son muchos los que ya me habían hablado de esta película cuando yo preguntaba por ella, siendo la respuesta siempre la misma: “Sí, yo ya la he visto, ¿tú no?”. Esta conversación no hacía más que meterme en la cabeza que sentarme a verla era una de mis tareas pendientes. Hoy, señores, puedo decir que ya he cumplido esa meta, ya que hace unos días aproveché mi tiempo de descanso (a veces reposo una horita cuando estudio para los exámenes) en esta labor.

Antes que nada debemos tener en cuenta que esta película es una evidente historia para niños, por lo que no esperen mucha acción, sangre, ni cosas de esas... pues con lo que se van a encontrar es con una adaptación de La Sirenita y, en mi más sincera opinión, supera a la historia de Disney por varias razones que iré exponiendo a medida que avance la entrada.

En primer lugar, la animación resulta maravillosamente simple y a la vez imaginativa, mostrándonos un mundo submarino en todo su esplendor y la sencillez de la vida vista por dos niños inocentes (de esos de los que quedan pocos), con pequeñas casitas en una isla... ¿A quién no le gustaría vivir en un sitio así? En este punto he de admitir que se apareja bastante con la animación de La Sirenita, ya que ambas son de alta calidad, eso sí, cada una siguiendo su estilo propio.

En segundo lugar, como no, viene una pequeña explicación de la trama: un niño llamado Sosuke se encuentra un día con un pescadito (hembra, ojo) cerca de su casa en el acantilado, y le pone por nombre Ponyo. Desde ese momento ambos entablan una poderosa amistad que les hará superar las dificultades que se les presenten en el camino. No diré más para los que la quieran ver. Lo que sí puedo adelantar es que a mí me aburrió menos que la de La Sirenita, siendo por tanto la narración más interesante.

En cuanto a los personajes, también son mejores que en Villa Disney... Ponyo es una pescadito de pocos años de edad, que al igual que la mujer pez quiere ser libre, pero no de la misma forma: en Ariel vemos un egoísmo adolescente (y ahora que lo pienso, casi repelente) mientras que aquí podemos observar una rebeldía propia de un niño curioso. Piénsenlo bien: se supone que con la edad se adquiere madurez... en un niño es normal que eso falte, pero en una gandula de dieciséis años, eso de que las hormonas la dominen y no piense en los demás no tiene perdón. Por ello, me inclino por Ponyo.

Por otro lado tenemos a Sosuke, mucho más coherente que el príncipe Erik, y en esto creo que me daréis la razón. ¿Qué tipo de trastorno sexual-mental tiene un tío que se enamora de una mujer sólo por su voz, sin saber su nombre, de dónde viene, a dónde va ni el dinero que hay en su cuenta corriente? La voz de Ariel lo domina y todo... es más, no se engañen: Erik no se casó al final de la peli con la sirenita, sino con su voz, que es lo único que por lo visto le gustaba de verdad. En Sosuke vemos a un niño que se hace amigo de Ponyo, al que le gusta Ponyo, que hace las cosas para salvar a Ponyo... no a una voz aterciopelada. Conclusión: tiene más madurez y neuronas Sosuke, un niño de preescolar, que el todopoderoso príncipito.

El resto de los personajes son todos igualmente entrañables, TODOS son personajes carismáticos que nos volverán a introducir en el mundo inocente de nuestra infancia (fíjense en el detalle de las mayúsculas que indican claramente mi opinión absoluta).

En fin... este ha sido mi comentario sobre Ponyo, una historia que, desde lo más profundo de mi parte infantil, creo que debiesen ver y disfrutar con toda la inocencia posible. Muchas gracias por leerme, y hasta mi próxima entrada.