miércoles, 28 de enero de 2015

El pasillo de la muerte

Sí, sé que a este paso Strephen King me debería pagar por todas las entradas que he hecho sobre sus libros, pero las escribo por amor al arte y sin ánimo de lucro. En esta introducción breve solo quiero destacar dos cosas: la primera es que este título me ha gustado mucho, aunque no llega a alcanzar a libros como It o El Resplandor (los fans de este señor somos muy repetitivos, qué le vamos a hacer).

La segunda es que, si son de los que no les va eso de la lectura (herejes) pueden verse tranquilamente la película "La Milla Verde" porque es básicamente lo mismo con un par de detalles chiquititos omitidos. Yo personalmente me sigo quedando con los libros, que experimento más cosas.

Parece ser que el hecho de que Hanks bordara el papel en la película ya obliga al personaje a tener su cara en  los libros. No me disgusta, pero tenía la esperanza de encontrar una opinión diferente.

Es este relato en primera persona el señor Paul Edgecomb recuerda su trabajo en el pasillo de la muerte acompañando a los peores criminales a la silla eléctrica. Para que lo que les queda de vida sea lo más agradable posible, Paul y la mayoría de sus hombres trataban a los presos con el mayor respeto que permitían las circuntancias. 


Todo parece seguir una rutina normal hasta que una serie de personas desbaratan la predecible actividad en la penitenciaría. Entre ellos se halla John Coffey, un negro grandullón acusado de violar y asesinar a dos niñas pequeñas. Paul, que no ve en Coffey al sádico asesino que le han querido vender, decide investigar por su cuenta, y cuanto más descubre, menos entiende la inminente partida de Coffey hacia la silla eléctrica. Por si fuera poco John parece poseer un extraño poder que le permite sanar a los que toca y un corazón que contrarresta con su capacidad intelectual y no le cabe en el pecho. ¿Quién es John Coffey realmente, y cómo rayos ha ido a parar a la milla verde? ¿Merece realmente el castigo que se le va a imponer?


La historia en sí es interesante, de eso no cabe duda, pero si hay algo que de verdad vale la pena en esta novela son los personajes. Edgecomb es un hombre normal, con un trabajo emocionalmente agotador, que se enfrenta a una tesitura enorme: ¿Debe acompañar a Coffey a la silla o es inocente y es su obligación moral impedirlo? Lo que parece una pregunta simple tiene múltiples respuestas que se ramifican entre sí, logrando que el desenlace de la obra emocione al lector y concluya la trama de forma magistral.

John Coffey es, como decirlo, todo un enigma. Es verdad que es tranquilo, no aparenta ser capaz de violar y asesinar a dos niñas pequeñas (ojo, hasta los propios guardias aseguran que las apariencias engañan) y menos aún de elaborar un plan mínimamente complejo. Tampoco se asemeja a los chamanes que estamos acostumbrados a ver en las películas y sin embargo son muchos los que matarían por tener la mitad de su don curativo. La pregunta más importante que este personaje plantea no es su culpabilidad/inocencia, sino quién es y de dónde rayos viene.

Los mejores personajes del libro juntos en una misma ilustración.
Tenemos a otros personajes destacables como "Bill el niño" o Percy Wetmore, pero en esta ocasión son los típicos que odiamos nada más conocerlos. Bill es un psicópata con todas las de la ley a pesar de su corta edad, y en más de una ocasión nos encontramos implorando que se lo lleven a la silla de una maldita vez. 

Pero si hay alguien aborrecible en toda esta historia es sin duda Percy: arrogante, mimado, consentido y manipulador, una combinación para nada halagüeña y que se hace notar a lo largo de la historia. Un personaje de este calibre se merece un final que esté a su altura, y en este caso King ha cumplido con creces.

¿Qué quieren que les diga? A mí el destino de este personaje (Delacroix) es uno de los más crueles que he imaginado en mucho tiempo. A su lado el ratoncito Mr. Jingles, más inteligente que muchas personas.

Para terminar con esta parte del comentario cabe destacar la forma en la que se nos presenta a los presos, a los que King transmite un aire de humanidad demoledor. Pocos somos los que pensamos que los asesinos en serie, ladrones, violadores son también personas (no, eso no los exculpa de sus crímenes), y también sienten miedo, alegría, tristeza... Es como una especie de historia acerca de la vida de un preso en esas condiciones, los últimos pensamientos y acciones. ¿Qué hacemos antes de morir? A mí se me ponen los pelos de punta solo de planteármelo.

Poco más puedo decir que uno no pueda deducir por sí mismo. King se mantiene en su línea y tiene una escritura fluida y sencilla, con momentos de tensión y otros simplemente inesperados que hacen las delicias del lector. A todos los que disfruten con una buena historia les recomiendo este título, que si bien no es el mejor que he leído va mucho más allá de la mayoría de los títulos actuales.

Si quieres cometer herejía no te lo impediré, pero cada vez que no lees un libro muere un Mr. Jingles. Ahí te lo dejo caer.

Mira esa carita, por lo más sagrado...

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