Brave: Indomable, entre risas y lágrimas

Ayer fui al cine a ver Brave (el día de su estreno en España). La sala estaba abarrotada de niños acompañados por sus padres, tíos, abuelos o cualquier otro tutor que pudiera ejercer algún tipo de control sobre ellos. A decir verdad, hicieron bastante bien su trabajo, porque no me sentí molestada en ningún momento del film. No, un par de risas infantiles en los momentos adecuados no me molestan, no soy tan tiquismiquis.

La portada mola lo que no está escrito.

Por mi parte me encontraba acompañada de adolescentes y algún que otro adulto ya, con los cuales antes de ir al cine me atiborré de chucherías en el supermercado más cercano. ¿Qué quieren que les diga? Las cosas en el cine están demasiado caras, tanto que una entrada es más barata que un paquete de roscas (cotufas, pochoclos o como las conozcan los que me lean).

En fin, en la sala nos hallábamos con nuestros recién adquiridos aperitivos, dispuestos a ver una película en la que realmente no teníamos puestas muchas esperanzas. Me alegro de poder decir que, en mi caso, debí de haber esperado más, porque eso es lo que recibí.

En Brave se nos cuenta la historia de una princesa adolescente y algo alocada llamada Mérida que no quiere cumplir los deseos de su madre de contraer matrimonio, sino los suyos propios de quedarse como está para poder seguir haciendo lo que le sale de los ovarios (básicamente, ir al bosque y practicar con arco, porque mucho más no es que haga).

Esto solo puede desembocar en una cosa que todos conocemos muy bien: una tensión emocional entre madre e hija que hará que ambas cometan actos que en condiciones de serenidad no hubieran hecho nunca. Vamos, que presenciaremos el típico arranque de enfado y bronca materno, con menos conciencia por parte de Mérida que de ninguna otra. Y AHORA NO LES CUENTO MÁS PARA NO REVELARLES LA PELÍCULA ENTERA, HALA XD.

En serio, señoritas: las discusiones sin entendimiento no llegan a nada bueno.

La trama parece lo más infantil que se nos puede echar a la cara, pero la verdad es que para mí no lo fue tanto. ¿Cuántas veces hemos tenido desacuerdos con nuestras bien halladas progenitoras? ¿Cuántas discusiones de las que nos arrepentimos luego hemos compartido con ellas? Creo que más de las que ninguno de ustedes se atrevería a confesar. Pues bien, yo he tenido demasiadas, y en todas ellas mi madre pretendía lo mismo que la de Mérida: buscaba lo mejor para mí, como todas las madres, y yo no sabía verlo así.

De hecho, aunque no les desvele el final, diré que estuve a punto de llorar y todo, porque solo hay dos cosas en la historia del cine que puedan arrancarme lágrimas: un problema en la relación entre dos amigos y entre una madre y su hij@, y más si uno de ellos se va (porque se muda, porque se muer, etc.). En serio, si quieren verme llorar con una película la receta perfecta es la anterior, y si una película combina ambas cosas no me lo quiero ni imaginar.

La historia en sí, a pesar de lo que he comentado anteriormente, te saca bastantes risas sanas, y ello se debe a su desenfadado y renovador humor, el cual nos da momentos increíblemente graciosos y abundantes. No les desvelaré ninguno para no aguarles la diversión, solo les diré que cada vez que aparezcan estos tres:

Las risas están aseguradas, amigos. A mí simplemente me han convencido.

Los personajes son divertidos y todo eso, pero al ser una película para niños no están demasiado elaborados en cuanto a su personalidad (tienen dos o tres cosas y ya está, hala), lo cual al tratarse de una película infantil ES NORMAL Y NO ME QUEJO POR ELLO. De hecho, Mérida y su madre son los más complicados y enrevesados, al ser las dos mujeres en las que se centra la trama. Creo que me estoy haciendo mayor.

En cuanto a los gráficos solo diré una cosa: están elaborados por Píxar. Si eso no les dice nada haré la versión extendida: simplemente son sublimes. Se nos presentan unos paisajes escoceses maravillosos con unas vistas de vértigo, y los personajes están tan bien realizados que no te importaría que salieran de la pantalla por un momento solamente para poder analizarlos mejor (yo, personalmente, me hubiera perdido entre los pelos de Mérida). La pena es que los efectos mágicos brillan un poco por su escasez (los bichitos azules es lo más maravilloso de la película) pero es un fallo perdonable.

Otra de las cosas a destacar sin duda es la música. Se agradece la escasez de canciones para niños pequeños y la presencia en su lugar de una maravillosa banda sonora que te transporta al mundo de Brave de principio a fin. Se ve que a los que somos ya un poco mayorcitos se nos tuvo en cuenta en este sentido y de verdad que se agradece.


En resumen, seas o no un niño pequeño, tengas o no hijos a los que entretener, Brave es una apuesta segura para pasar un buen rato, echarte unas risas solo o acompañado (siempre es mejor lo segundo si la compañía es buena) y disfrutar una vez más de la emoción que Disney y Pixar ponen a sus historias. No te arrepentirás de haber tomado esta decisión, ya que yo no lo hice. Le pongo un 8 de nota media.

Muchas gracias por leerme y hasta la próxima entrada (parece que a este paso nunca me leeré Bokurano pero no pierdan la fe, ya voy por el capítulo 33). Disfruten del verano y no se agobien demasiado.